sábado, 25 de abril de 2015

Abril 25… Encontremos nuestra propia verdad

Cada uno de nosotros debe encontrar su propia verdad.
No nos ayuda que aquellos que amamos encuentren su verdad. No nos la pueden dar. No nos ayuda que alguien que amamos sepa una verdad particular de nuestra vida.Nosotros debemos descubrir solos nuestra verdad.
Cada uno de nosotros debe descubrir su propia luz y permanecer en ella.
A menudo necesitamos batallar, fracasar y sentirnos confundidos y frustrados. Así es como nos abrimos paso en la batalla; así es como aprendemos lo que es verdad y está bien para nosotros.
Podemos compartir información con los demás. Los otros pueden decirnos lo que predeciblemente puede suceder si seguimos un rumbo en particular. Pero esto no significará nada hasta que integremos el mensaje y esté se convierta en nuestra verdad, en nuestro descubrimiento, en nuestro conocimiento.
No hay una manera fácil de abrirnos paso para descubrir nuestra verdad. Pero podemos hacerlo y lo haremos si queremos.
Quizá queramos hacerlo más fácil. Podremos correr nerviosamente hacia los amigos, pidiéndoles que nos digan su verdad o que hagan más fácil nuestro descubrimiento. No pueden hacerlo. La luz se verterá sola a su debido tiempo.
Cada uno de nosotros tiene su propia parte de verdad, esperando a sernos revelada. Cada uno de nosotros tiene su propia parte de luz, esperando a que nos paremos en ella, a que la reclamemos como nuestra.
El estimulo ayuda, El apoyo ayuda. Una firme creencia de que cada persona tiene la verdad a su disposición- adecuada a cada situación- es lo que ayudara.
Cada experiencia, cada frustración, cada situación, tiene su propia verdad esperando a serr revelada. No te des por vencido hasta que la encuentras, tu solo.
Seremos guiados a la verdad si la estamos buscando. No estamos solos.

"Hoy buscare mi propia verdad y permitiré que los demás hagan lo mismo. Valoraré mi visión y la visión de los demás. Todos estamos en el camino, haciendo nuestros propios descubrimientos, aquellos que nos corresponde hacer hoy".

(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).


miércoles, 15 de abril de 2015

¿ Que es el Desapego?

No significa que dejaré de cuidar. Significa que no lo puedo hacer por el otro.

No significa que debo alejarme de otra persona. Significa que no puedo controlar otra persona.

Es admitir que no tenemos poder, lo que significa que los resultados no están en nuestras manos.

Significa que no debo tratar de cambiar o culpar a otro, sino hacer lo mejor por mi misma.

Significa que no trataré de arreglar la vida de otro, sino que apoyaré todo cambio positivo.

Significa que no protegeré, permitiré que el otro enfrente la realidad.

Significa que no cantaletearé o discutiré, buscaré mis debilidades y trataré de corregirlas.

Significa que no criticaré al otro, trataré en convertirme en lo que he soñado ser.

Es no recriminar el pasado, sino crecer y vivir para el futuro.

Significa que no molestaré a otros con las expectativas que tengo de ellos, los aceptaré por lo que son.

Significa que no me colocaré en el medio, tratando de corregir lo que va a pasar, permitiré que otros afecten su propio destino.

Significa que no trataré de ajustar el mundo a mis deseos, aceptaré cada día como venga.

No es negar, sino aceptar.

Es amar más y temer menos.

(Melody Beattie).


lunes, 13 de abril de 2015

Primer Paso

Primer Paso
“Admitimos que éramos impotentes ante otros y  que nuestra vida 
se había vuelto ingobernable”

A medida que continuamos practicando el Primer Paso, es importante que nos hagamos ciertas preguntas básicas: ¿Puedo controlar mis conductas? ¿Estoy dispuesto a dejar de hacerlo? ¿Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para mi recuperación?
Ante la posibilidad de encontrar una nueva forma de vida o de seguir con el sufrimiento, la recuperación comienza a ser atractiva.
Empezamos a desprendernos de las reservas, esas partes nuestras que no queremos entregar al programa. La mayoría tenemos algunas reservas al principio. Aun así, debemos encontrar formas de encararlas. Las reservas pueden ser de cualquier tipo: creer que aún podemos tener algún tipo de relaciones, porque aparentemente nunca tuvimos problemas con ellas ; ponerle condiciones a nuestra recuperación, como no hacer alguna cosa sólo si se cumplen nuestras expectativas ; creer que aun podemos reunirnos con personas que desencadena nuestras crisis, creer que podremos hacerlo después de cierto tiempo sin correr el riesgo de recaer en viejos comportamientos, decidir, consciente o inconscientemente, trabajar sólo ciertos pasos. Con la ayuda de nuestras  compañeras en recuperación, podemos encontrar formas de dejar atrás nuestras reservas. Lo más importante que hay que saber acerca de las reservas es que, manteniéndolas estamos reservando un lugar a la recaída en nuestro programa.
Adaptado  del libro Funciona Cómo y Por qué de NA

miércoles, 8 de abril de 2015

Aprender a Perder


"Aprender a perder es abandonar el campo de combate para no volver jamás; de cierta manera, es olvidar el futuro. Sé un buen perdedor y harás de la derrota una oportunidad para seguir avanzando sin tanta prisa. El que renuncia deja de esperar, por eso la resignación sana es ausencia de deseo y un paso a la sabiduría".
Aceptar lo peor que podría ocurrir es un medio para desenmascarar el problema y dejarlo a punto.
Si acepto lo peor, ya no necesito protegerme, no necesito el autoengaño porque estoy dispuesto y expuesto.
Podemos llevar a cabo la ruptura con lo que nos ata de dos maneras:
a) lentamente, en el sentido de desapegarse, despegarse, o
b) de manera rápida, lo cual implica “aceptar lo peor que podria ocurrir” de una vez por todas, en el sentido de soltarse, saltar al vació jugársela sin anestesia.
La madurez psicológica de un “yo” fuerte es la aceptación de que nada es para toda la vida. Del desprendimiento nace la paz.
Resignarse cuando algo escapa de nuestro control es sabiduría; desprenderse del futuro es trascendencia.
La renunciacion, en cualesquiera de sus formas, es un acto de rendición. Sufrir innecesariamente no es un valor rescatable. No hay que resistir ni invertir psicológicamente en lo que no produzca paz. Hay que deponer las armas y solamente hacerse cargo de lo que verdaderamente es vital para uno. Colgar los guantes y privarse de nuevos golpes es prolongar la vida.
Tolerar la frustración de que no siempre podemos obtener lo que esperamos, implica saber perder y resignarse cuando no hay nada mas que hacer. Significa ser capaz de elaborar duelos, procesar perdidas y aceptar, aunque sea a regañadientes, que la vida no gira a nuestro alrededor.
La paciencia es una de las habilidades mas difíciles de lograr para cualquier persona, porque ella implica desprenderse de las expectativas y resignarse a que las cosas sigan su curso. Es decir, sentarse en la cresta de la ola, dejar que ella lo lleve y aceptar lo peor que pueda ocurrir.
Quizá el único camino para alcanzar cierta paz interior sea desaprender en vez de aprender dejar de hacer fuerza.
Walter Riso

Aprender a Perder

martes, 7 de abril de 2015

¿A Qué Cosas de la Relación Nos Apegamos ?

¿A QUE COSAS DE LA RELACION NOS APEGAMOS?
EL MENU PERSONALIZADO DE LA VIDA EN PAREJA:
Si pensamos un momento cómo funciona el apego afectivo en cada uno de nosotros, veremos que la “supersustancia” (placer/bienestar más seguridad/protección) siempre está presente, porque es el motivo del apego. Sin ella, no hay dependencia.
-La vulnerabilidad al daño y el apego a la seguridad /protección
El esquema principal es la baja autoeficiencia: “No soy capaz de hacerme cargo de mí mismo”. Estas personas necesitan de alguien más fuerte, psicológicamente hablando, que se haga responsable de ellas. La idea que las mueve es obtener la cantidad necesaria de seguridad/protección para enfrentar una realidad percibida como demasiado amenazante.
Este tipo de apego es de los más resistentes porque el sujeto lo experimenta como si fuera una cuestión de vida o muerte. Aquí no se busca amor, ternura o sexo, sino supervivencia en estado puro. Lo que persigue no es activación placentera y euforia, sino calma y sosiego. El asunto no es taquicardia, sino de bradicardia; reposo y alivio:”Estoy a salvo”.
El origen de este apego parece estar en la sobreprotección parental durante la niñez y en la creencia aprendida de que el mundo es peligroso y hostil. El resultado de esta funesta combinación (“No soy capaz de ver por mí mismo” y “El mundo es terriblemente amenazante”) hace que la persona se perciba a sí misma como indefensa, desamparada y solitaria. El destino final es altamente predecible: no autonomía, no libertad y, claro está dependencia.
-El miedo al abandono y el apego a la estabilidad/confiabilidad
Todos esperamos que nuestra pareja sea relativamente estable e incuestionablemente fiel. De hecho, la mayoría de las personas no soportarían una relación fluctuante y poco confiable, y no sólo por principios sino por salud mental. Por donde se mire, una relación incierta es insostenible y angustiante. Anhelar una vida de pareja estable no implica apego, pero volverse obsesivo ante la posibilidad de una ruptura, si.
En ciertos individuos la búsqueda de estabilidad está asociada a un profundo temor al abandono y a una hipersensibilidad al rechazo afectivo. La confiabilidad se convierte, para ellos, en una necesidad compulsiva para soliviar el miedo anticipatorio a la carencia.
La historia afectiva de estas personas está marcada por despechos, infidelidades, rechazos, pérdidas o renuncias amorosas que no han podido ser procesadas adecuadamente. Más allá de cualquier argumento, lo primordial para el apego a la estabilidad/confiabilidad es impedir otra deserción afectiva:
“Prefiero un mal matrimonio, a una buena separación”. El problema no es de autoestima sino de susceptibilidad al desprendimiento. El objetivo es mantener la unión afectiva a cualquier costo y que la historia no vuelva a repetirse.
-La baja autoestima y el apego a las manifestaciones de afecto
En este tipo de apego, aunque indirectamente también se busca estabilidad, el objetivo principal no es evitar el abandono sino sentirse amado. Incluso muchas personas son capaces de aceptar serenamente la separación, si la causa no está relacionado con el desamor: “Prefiero una separación con amor, a un matrimonio sin afecto”.
No obstante, una cosa es que nos guste recibir amor y otra muy distinta quedar adherido a las manifestaciones de afecto. Estar pendiente de cuanto cariño nos prodigan para verificar qué tan queribles somos, es agotador tanto
para el dador como para el receptor.
-Los problemas de autoconcepto y el apego a la admiración
El autoconcepto se refiere a qué tanto me acepto a mí mismo. Es lo que pienso de mí. En un extremo están los narcisistas crónicos (el complejo de Dios), y en el otro, los que viven defraudados de sí mismos (el complejo cucaracha).
A diferencia de lo que ocurría con la baja autoestima, aquí la carencia no es de amor sino de reconocimiento y adulación. Estas personas no se sienten admirables e intrínsecamente valiosas: por tal razón, si alguien les muestra admiración y algo de fascinación, el apego no tarda en llegar. Más aún, una de las causas más comunes de infidelidad radica en la conexión que se establece entre admirador y admirado. Exaltarle el ego a una persona que se siente poca cosa, y que además ha sido descuidada por su pareja en este aspecto, puede ser el mejor de los afrodisíacos. Encantarse con ciertas virtudes, elogiar cualidades, aplaudir, dar crédito y asombrarse ante alguna habilidad no apreciada por el ambiente inmediato, es abrirle paso al romance. La admiración es la antesala del amor.
El bajo autoconcepto crea una marcada sensibilidad al halago. Tanto así que puede convertirse en la principal causa de una relación afectiva. Una señora me expresaba lo siguiente: “Yo sé que no es el marido ideal…Tiene mal humor, no es buen amante y a veces perezoso… Mi familia no lo quiere mucho y mis amigas me dicen que no debería estar con él… Pero me admira y reconoce en mí a una persona valiosa y especial… Incluso ha llegado a decir que no me merece… Póngase en mi lugar…En toda mi vida nadie se había maravillado por mí, nadie me había admirado…Puede que no sea el gran ejecutivo ni el mejor partido, pero se siente satisfecho y casi honrado de estar a mi lado… Con eso tengo suficiente, lo demás no me importa”. La dosis adecuada y en la medida justa. Imposible de erradicar.

(Walter Riso de su Libro Amar o Depender).

¿A qué cosas de la relación nos apegamos ?

lunes, 6 de abril de 2015

La Inmadurez Emocional

LA INMADUREZ EMOCIONAL: EL ESQUEMA CENTRAL DE TODO APEGO

Pese a que el término inmadurez puede resultar ofensivo o peyorativo para ciertas personas, su verdadera acepción nada tiene que ver con retardo o estupidez. La inmadurez emocional implica una perspectiva ingenua e intolerante ante ciertas situaciones de la vida, generalmente incómodas o aversivas. Una persona que no haya desarrollado la madurez o inteligencia emocional adecuada tendrá dificultades ante el sufrimiento, la frustración y la incertidumbre. Fragilidad, inocencia, bisoñada, inexperiencia o novatada, podrían ser utilizadas como sinónimos, pero técnicamente hablando, el término “inmadurez” se acopla mejor al escaso autocontrol y/o autodisciplina que suelen mostrar los individuos que no toleran las emociones mencionadas. Dicho de otra manera, algunas personas estancan su crecimiento emocional en ciertas áreas, aunque en otras funcionan maravillosamente bien.
Señalaré las tres manifestaciones más importantes de la inmadurez emocional relacionadas con el apego afectivo en particular y con las adicciones en general:
(a) bajos umbrales para el sufrimiento
(b) baja tolerancia a la frustración
(c) la ilusión de permanencia.
Pese a que en la práctica estos tres esquemas suelen entremezclarse, los separé para que puedan apreciarse mejor. Veamos cada uno en detalle.

Bajos umbrales para el sufrimiento o la ley del mínimo esfuerzo:

La incapacidad para soportar lo desagradable varía según de un sujeto a otro. No todos tenemos los mismos umbrales o tolerancia al dolor. Hay personas que son capaces de aguantar una cirugía sin anestesia, o de desvincularse fácilmente de la persona que ama porque no les conviene, mientras que a otras hay que obligarlas, sedarlas o empujarlas, porque son de una susceptibilidad que raya en el merengue. Estas diferencias individuales parecen estar determinadas no sólo por la genética, sino también por la educación. Una persona que haya sido contemplada, sobreprotegida y amparada de todo mal en sus primeros años de vida, probablemente no alcance a desarrollar la fortaleza (coraje, decisión, aguante) para enfrentar la adversidad. Le faltará el “callo” que distingue a los
que perseveran hasta el final. Su vida se regirá por el principio del placer y la evitación inmediata de todo aversivo, por insignificante que éste sea. Repito: esto no implica hacer una apología del masoquismo y el autocastigo, y fomentar el suplicio como forma de vida, sino reconocer que cualquier cambio requiere de una inversión de esfuerzo, un costo que los cómodos no están dispuestos a pagar. El sacrificio los enferma y la molestia los deprime. La consecuencia es terrible: miedo a lo desconocido y apego al pasado. Dicho de otra manera, si una persona no soporta una mínima mortificación, se siente incapaz de afrontar lo desagradable y busca desesperadamente el placer, el riesgo de adicción es alto. No será capaz de renunciar a nada que le guste, pese a lo dañino de las consecuencias y no sabrá sacrificar el goce inmediato por el bienestar a mediano o largo plazo; es decir, carecerá de autocontrol.
El pensamiento central de la persona apegada afectivamente y con baja tolerancia al sufrimiento, se expresa así:
“No soy capaz de renunciar al placer/bienestar/seguridad que me brinda la persona que amo y soportar su ausencia. No tengo tolerancia al dolor. No importa qué tan dañina o poco recomendable sea la relación, no quiero sufrir su pérdida. Definitivamente, soy débil. No estoy preparado para el dolor”.
Baja tolerancia a la frustración o el mundo gira a mi alrededor

La clave de este esquema es el egocentrismo, es decir: “Si las cosas no son como me gustaría que fueran, me da rabia”. Tolerar la frustración de que no siempre podemos obtener lo que esperamos, implica saber perder y resignarse cuando no hay nada que hacer. Significa ser capaz de elaborar duelos, procesar pérdidas y aceptar, aunque sea a regañadientes, que la vida no gira a nuestro alrededor. Aquí no hay narcisismo, sino inmadurez.
Lo infantil reside en la incapacidad de admitir que “no se puede”. Si a un niño malcriado, se le niega un juguete con el argumento real de que no se tiene el dinero suficiente para comprarlo, él no entenderá la razón, no le importará. De todas maneras exigirá que su deseo le sea concedido. Gritará, llorará, golpeará, en fin, expresará su inconformidad de las maneras más fastidiosas posibles, para lograr su cometido. El “Yo quiero” es más importante que el “No puedo”. Querer tener todo bajo control es una actitud inocente, pero poco recomendable.
Muchos enamorados no decodifican lo que su pareja piensa o siente, no lo comprenden o lo ignoran como si no existiera. Están tan ensimismados en su mundo afectivo, que no reconocen las motivaciones ajenas. No son capaces de descentrarse y meterse en los zapatos del otro. Cuando su media naranja les dice: “Ya no te quiero, lo siento”, el dolor y la angustia se procesa solamente de manera autorreferencial: “¡Pero si yo te quiero!” Como si el hecho de querer a alguien fuera suficiente razón para que lo quisieran a uno. Aunque sea difícil de digerir para los egocéntricos, las otras personas tienen el derecho y no el “deber” de amarnos. No podemos subordinar lo posible a nuestras necesidades. Si no se puede, no se puede.
La inmadurez emocional también puede reflejarse en el sentido de posesión: “Es mío” o “No quiero jugar con mi juguete, pero es mío y no lo presto”. Muchas veces no es la tristeza de la pérdida lo que genera la desesperación, sino quién echó a quién. Si se obtiene nuevamente el control, la revancha no se hace esperar:
“Cambie de opinión. Realmente no te quiero”. Ganador absoluto. Una paciente decía: “Ya estoy más tranquila… Fui, lo reconquisté, se lo quité a la otra, y ahora sí… La cosa se acabó, pero porque yo lo decidí… ¿Cómo le parece el descaro, doctor?… Cinco años de novios y dejarme a un lado como a un trapo sucio… Ya no me importa, que haga lo que quiera… ¿Por qué son tan raros los hombres?”
El pensamiento central de la persona apegada afectivamente y con baja tolerancia a la frustración, se expresa así:
“No soy capaz de aceptar que el amor escape de mi control. La persona que amo debe girar a mi alrededor y darme gusto. Necesito ser el centro y que las cosas sean como a mí me gustaría que fueran. No soporto la frustración, el fracaso o la desilusión. El amor debe ser a mi imagen y semejanza”.
Ilusión de permanencia o de aquí a la eternidad

La estructura mental del apegado contiene una dudosa presunción filosófica respecto al orden del universo. En el afán de conservar el objeto deseado, la persona dependiente, de una manera ingenua y arriesgada, concibe y acepta la
idea de lo “permanente”, de lo eternamente estable. El efecto tranquilizador que esta creencia tiene para los adictos es obvio: la permanencia del proveedor garantiza el abastecimiento. Aunque es claro que nada dura para siempre (al menos en esta vida el organismo inevitablemente se degrada y deteriora con el tiempo), la mente apegada crea el anhelo de la continuación y perpetuación ad infinitud: la inmortalidad.
La paradoja del sujeto apegado resulta patética: por evitar el sufrimiento instaura el apego, el cual incrementa el nivel de sufrimiento, que lo llevará nuevamente a fortalecer el apego para volver otra vez a padecer. El círculo se
cierra sobre sí mismo y el vía crusis continúa. El apego está sustentado en una falsa premisa, una utopía imposible de alcanzar y un problema sin solución. La siguiente frase, nuevamente de Buda, es de un realismo cruento pero
esclarecedor: “Todo fluye, todo se diluye; lo que tiene principio tiene fin, lo nacido muere y lo compuesto se descompone. Todo es transitorio, insustancial y, por tanto, insatisfactorio. No hay nada fijo de qué aferrarse”.
Los “Tres Mensajeros Divinos”, como él los llamaba: enfermedad, vejez y muerte, no perdonan. Tenemos la opción de rebelarnos y agobiarnos porque la realidad no va por el camino que quisiéramos, o afrontarla y aprender a vivir
con ella, mensajeros incluidos. Decir que todo acaba significa que las personas, los objetos o las imágenes en la cuales hemos cifrado nuestras expectativas de salvaguardia personal, no son tales. Aceptar que nada es para toda la vida no es pesimismo sino realismo saludable. Incluso puede servir de motivador para beneficiarse del aquí y el ahora: “Si voy a perder los placeres de la vida, mejor los aprovecho mientras pueda”. Esta es la razón por la cual
los individuos que logran aceptar la muerte como un hecho natural, en vez de deprimirse disfrutan de cada día como si fuera el último.
El realismo afectivo implica no confundir posibilidades con probabilidades. Una persona realista podría argumentar algo así: “Hay muy pocas probabilidades de que mi relación se dañe, remotas si se quiere, pero la posibilidad siempre existe. Estaré vigilante”. Una persona ingenua se dejará llevar por la idea romántica de que ciertos
amores son invulnerables e inalterables. La aterrizada puede ser mortal.
El pensamiento central de la persona apegada afectivamente y con ilusión de permanencia, se expresa así:
“Es imposible que nos dejemos de querer. El amor es inalterable, eterno, inmutable e indestructible. Mi relación afectiva tiene una inercia propia y continuará para siempre, para toda la vida”
(Walter Riso de su Libro Amar o Depender).


Inmadurez Emocional

Apego Afectivo

El Apego es Adicción:
Depender de la persona que se ama es una manera de enterrarse en vida, un acto de automutilacion psicológica donde el amor propio, el autorrespeto y la esencia de uno mismo son ofrendados y regalados irracionalmente. Cuando el apego esta presente, entregarse, mas, que un acto de cariño desinteresado y generoso, es una forma , de capitulación, una rendición guiada por el miedo con el fin de preservar lo bueno que ofrece la relación. Bajo el disfraz de amor romántico, la persona apegada comienza a sufrir una despersonalizacion lenta e implacable hasta convertirse en una anexo de la persona “amada”, un simple apéndice.
De manera contradictoria, la tradición ha pretendido inculcarnos un paradigma distorsionado y pesimista:el autentico amor, irremediablemente, debe estar infectado de adicción. Un absoluto disparate. No importa como se quiera plantear, la obediencia debida, la adherencia y la subordinación que caracterizan el estilo dependiente no son lo mas recomendable.
El Desapego no es indiferencia
Amor y Apego no siempre deben ir de la mano. Lo hemos entremezclado hasta tal punto, que ya confundimos el uno con el otro. Equivocadamente, entendemos el desapego como dureza de corazon, indiferencia o insensibilidad, y eso es incorrecto. El desapego no es desamor, sino una manera sana de relacionarse, cuyas premisas son: independencia, no posesividad y no adiccion.. La persona no apegada (emancipada) es capaz de controlar sus temores al abandono, no considera que deba destruir la propia identidad en nombre del amor, pero tampoco promocionar el egoismo y la deshonestidad.
Desapegarse no significa salir corriendo a buscar un sustituto afectivo, volverse un ser carente de toda etica o instigar la promiscuidad. La palabra libertad nos asusta y por eso la censuramos. Declararse afectivamente libre es promover afecto sin opresion, es distanciarse en lo perjudicial y hacer contacto en la tenura. El individuo que decide romper con la adiccion a su pareja entiende que desligarse psicologicamente no es fomentar la frialdad afectiva, porque la relacion interpersonal nos hace humanos (los sujetos “apegados al desapego” no son libres, sino esquizoides). No podemos vivir sin amor, pero si podemos amar sin esclavizarnos. “Una cosa es defender el lazo afectivo y otra muy distinta ahocarse con el”. El desapego no es mas que una eleccion que dice a gritos: “EL AMOR ES AUSENCIA DE MIEDO”.
El Apego desgasta y enferma
Otra de las caracteristicas del apego es el deterioro energetico. El sobregasto de un amor dependiente tiene doble faz. Por un lado, el sujeto apegado hace un despliegue impresionante de recursos para retener su fuente de gratificacion. Los activo-dependientes pueden volverse celsos e hipervigilantes, tener ataques de ira, desarrollar patrones obsesivos de comportamiento, agredir fisica o llamar la atencion de manera inadecuada, incluso mediante atentados contra su propia vida. Los pasivo-dependientes tienden a ser sumisos, dociles y extremadamente obedientes para intentar ser agradables y evitar el abandono. El repertorio de estrategias retentivas, de acuerdo con el grado de desesperacion e inventiva del apegado, puede ser diverso, inesperado y especialmente peligroso
La segunda forma de despilfarro energético no es por exceso, sino por defecto. El sujeto apegado concentra toda la capacidad placentera en la persona “amada”, a expensas del resto de la humanidad. Con el tiempo, esta exclusividad se va convirtiendo en fanatismo y devoción: “Mi pareja lo es todo”. El goce de la vida se reduce a una mínima expresión: la del otro.
El apego enferma, castra, incapacita,elimina criterios, degrada y somete, deprime, genera estrés, asusta, cansa, desgasta y, finalmente, acaba con todo el residuo de humanidad posible.
(Walter Riso de su Libro Amar o Depender).




viernes, 3 de abril de 2015

Abraza a tu niña/o interior

Abraza a tu niña/o interior
Abraza la soberbia que hay en ti, porque detrás de ella hay una niña/o no querida/o.
Abraza la exigencia que hay en ti, porque detrás de ella hay una niña/o que no ha sentido el amor.
Abraza al “agradador eterno” que hay en ti porque detrás de él hay una niña/o rechazada/o.
Abraza la ira y el enojo que hay en ti, porque detrás de ella hay una niña/o abandonada/o.
Abraza al solitario que hay en ti, porque detrás de él hay una niña excluida y discriminada.
Abraza el desgano, la apatía, la falta de sentido, porque detrás de todo esto, está tu niña/o padeciendo ser quién no es.
Abraza el dolor que hay en ti, porque detrás de él hay una niña/o lastimada/o.
Las/os niñas/os que habitan dentro de nosotras, están empezando a manifestarse y esta vez no pararán hasta ser escuchadas/os.
Aprende a integrarla/o, a comprenderla/o, a abrazarla/o, a liberarla/o, devolverla/o a la vida, esta es la tarea de hoy, te aseguro que es el camino para que tu Divinidad baje a la tierra.
Carina Tacconi.
La educación del ser


Carina Tacconi.
La educación del ser



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